

El mismo escenario, la misma decepción. Aquí comenzó el ciclo de Fernando Gago, con una derrota aplastante, que dejó señales negativas. Y aunque corrió mucha agua debajo del puente del fútbol en estos seis meses, los golpes que sufrió fueron tan duros que terminó despedido. Mariano Herrón se corporizó en un técnico de coyuntura, una vez más. Había cierta expectativa del Consejo de Fútbol. Especialmente, porque el deseo de Juan Román Riquelme es estirar el interinato hasta los playoffs.
Otro trago difícil de digerir para los hinchas. Sobre todo, después de estos noventa minutos en el estadio José Dellagiovanna que no terminaron en una caída como aquel 20 de octubre, pero dejó a Boca sin punta por diferencia de gol.
Y también, con muchas incógnitas. Porque el entrenador de emergencia metió mano en el esquema durante el partido, mareó a varios futbolistas rotando posiciones, sacó a los que mejores prestaciones estaban dando en la noche de Victoria y sostuvo durante demasiado tiempo a otros que no dieron la talla. Tuvo mucho más la pelota en el segundo tiempo, lo encerró a Tigre, pero no tuvo grandes ocasiones para ganar el partido, muy a pesar de los dos goles (bien) anulados por la intervención del VAR.