sábado 14 de junio de 2025 - Edición Nº152

Info General | 6 may 2025

Gran elección

A horas del cónclave para elegir al sucesor de Francisco, persisten las dudas

Para ser elegido Papa, el candidato deberá contar con al menos 89 votos a favor de los 133 cardenales electores. Este lunes se supo que Francisco donó el Papamóvil para que sea usado como clínica por los niños de Gaza


Tanto los eclesiásticos como los laicos destinados al Cónclave, aprobados por el Cardenal Camarlengo y los tres Cardenales Asistentes según la Constitución Apostólica "Universi Dominici Gregis" n. 48, suscribieron este lunes el juramento previsto en la Capilla Paulina, Tercera Logia del Palacio Apostólico.

Con estas palabras sellaron el compromiso de confidencialidad total que rodea al Cónclave que comenzará este miércoles:

"Yo N. N. prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales electores, y esto perpetuamente, a menos que reciba especiales facultades dadas expresamente por el nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice.

Prometo igualmente y juro que me abstendré de hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o visión de cuanto, durante el período de la elección, se desarrolla dentro del ámbito de la Ciudad del Vaticano, y particularmente de lo que directa o indirectamente de algún modo tiene que ver con las operaciones relacionadas con la elección misma.

Declaro emitir este juramento consciente de que una infracción del mismo comportaría para mí la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica. Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano".

El juramento fue pronunciado en cumplimiento de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por el Papa Juan Pablo II, el 22 de febrero de 1996.

El secreto es absoluto y no están permitidas grabaciones ni de audio, ni de video. Cualquier intento de romper esta confidencialidad se castiga con la excomunión automática (latae sententiae), impuesta directamente por la Santa Sede.

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