

Las fuerzas federales reprimieron una vez más a los jubilados. El grupo de adultos mayores y de manifestantes que los acompañaban intentaron hacer un nuevo abrazo simbólico al Congreso en reclamo por un aumento de los haberes jubilatorios, pero la Prefectura avanzó sobre la multitud con escudos y arrojando gases lacrimógenos. El padre Paco Olveira, que ya fue víctima de la represión en los miércoles anteriores, fue gaseado.
El religioso pidió a los medios que "ojalá que hayan grabado cómo el policía me pegó el palo, con saña, como diciendo 'tomá, cura de mierda'", dijo Oliveira.