

El golpe electoral que el peronismo podría sufrir en octubre amenaza con marcar una de las peores performances políticas en los últimos 30 años. De las 14 provincias que actualmente administra, se estima que solo siete estarían bajo control peronista tras los comicios generales, reflejando un panorama de notable retroceso territorial.
Esta situación no surge de un vacío: se enmarca en una crisis sistémica que incluye una fractura interna marcadísima entre el kirchnerismo tradicional y el llamado kicillofismo. El gobernador Axel Kicillof decidió desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales —una decisión que desencadenó una ruptura política con Cristina Kirchner— lo que profundizó la divisoria interna. El impacto ha sido tal que incluso se ha dejado de lado la campaña presidencial conjunta para privilegiar estrategias territoriales.
La condena definitiva a Cristina Kirchner por corrupción ha intensificado el desconcierto en las filas del PJ, obligando a sus líderes a redefinir roles y alianzas bajo presión judicial y de imagen pública. A su vez, el liderazgo simbólico de Cristina sigue vigente, pero el partido debate quién será su heredero político real: Axel Kicillof emerge como principal figura, aunque tensionado por sectores internos; Máximo Kirchner aún no logra consolidarse como alternativa viable y cuenta con bajo respaldo popular.
Desde el empresariado y parte de los analistas se interpreta que ahora el objetivo del peronismo será “perder por la menor diferencia posible” para conservar su influencia institucional mínima y configurar una oposición fuerte en provincias claves como Buenos Aires. Sin embargo, los analistas políticos anticipan que el resultado puede llegar a ser letal: perder más de siete provincias implicaría una derrota histórica que obligaría a una reconfiguración profunda del movimiento.
El impacto ya es visible: varias provincias gobernadas por el peronismo —Santa Fe, San Luis, San Juan, Chubut, Santa Cruz y Chaco— sucumbieron frente a la oposición en elecciones recientes, lo que redujo notablemente su poder territorial.
La interna peronista se abre paso también por la necesidad urgente de renovarse frente al auge de Javier Milei y su coalición “La Libertad Avanza”, que ha ganado terreno por la fragmentación de la oposición tradicional. Existen quienes proponen volver a un peronismo desarrollista tradicional, mientras otros defienden mantener el perfil progresista-culturista del kirchnerismo y rebautizar el proyecto político en clave 2027