Tras la coronación de Lando Norris y McLaren y el final, por apenas dos puntos, de la hegemonía de Max Verstappen y Red Bull, la Fórmula 1 se prepara para un vuelco radical en su reglamento técnico a partir de 2026: la prioridad será la creación de autos más ligeros, ágiles y sustentables, con modificaciones profundas en el chasis, la aerodinámica, la motorización y la seguridad. La FIA, en realidad, presentó un paquete normativo que apuesta a devolverles el protagonismo a los pilotos y, de yapa, modernizar la categoría, reducir su impacto ambiental y mejorar el espectáculo en pista.
El diseño de los monoplazas, que serán 22 a partir de la incorporación de Cadillac, sufrirá un rediseño completo: los autos serán 30 kilos más livianos, ajustando el peso mínimo desde los 798 kilos actuales hasta 768. Esa reducción responde en parte a un chasis más compacto: la distancia entre ejes se reduce de 3.600 milímetros a 3.400, y el ancho total del auto baja de 2.000 milímetros a 1.900.
Los neumáticos, en tanto, mantendrán su diámetro de 18 pulgadas (45,72 centímetros), pero serán más estrechos (los delanteros 25 millímetros menos, los traseros 30 milímetros), y el piso del auto será más plano, con un difusor de menor potencia y un suelo menos agresivo, reduciendo considerablemente el efecto suelo.
El cambio en aerodinámica es quizás el más revolucionario: se abandona el sistema tradicional de DRS, y se adopta un sistema de aerodinámica activa con alas delanteras y traseras móviles. El auto podrá alternar entre dos modos: un modo “X” de baja resistencia para las rectas -pensado para maximizar la velocidad- y un modo “Z” de alta carga aerodinámica para curvas, que permite mayor estabilidad y agarre.
Con esto, no solo cambia la filosofía de adelantamientos -que ya no dependerá de zonas predefinidas-, sino que se busca que el rebase sea más natural, técnico y dependiente del manejo y estrategia del piloto.
La unidad de potencia también se reinventa. Si bien se mantiene el motor de combustión V6 turbo como base, desaparece la unidad híbrida térmica MGU-H, considerada compleja y costosa. En su reemplazo, apuesta fuertemente al componente eléctrico: la potencia de la batería se dispara de 120 kW a 350 kW -un aumento cercano al 300 por ciento-. Con ello, la proporción de potencia entre motor de combustión y eléctrico se equipara y queda aproximadamente en un 50 y 50.
Al mismo tiempo, la energía recuperada en cada frenada se duplica, alcanzando cerca de 8,5 megajulios por vuelta, lo que implica una estrategia más importante de regeneración y gestión de energía.
Este nuevo esquema híbrido, acoplado a un chasis más ligero, requiere además un cambio en los combustibles: a partir de 2026, todos los autos deberán utilizar combustibles 100% sustentables, un paso clave dentro de la apuesta ecológica de la Fórmula 1.
Más allá del rendimiento, la seguridad también se refuerza. Las regulaciones incorporan estructuras de protección mejoradas: la resistencia del roll hoop (el arco antivuelco) aumentará, los elementos de protección lateral serán más robustos, y se homologarán nuevas luces traseras en los alerones para indicar estados del sistema de recuperación de energía en caso de detención del auto en pista.
Estos cambios no son arbitrarios: la FIA busca conjugar deporte, tecnología y sustentabilidad, al tiempo que se adapta al interés de nuevos fabricantes y al contexto global. Según la autoridad de la categoría, el objetivo es ofrecer autos “más ágiles, más competitivos y con un enfoque claro en eficiencia energética y espectáculo”.
En ese marco, varias escuderías ya comenzaron a moverse de cara a 2026. El tránsito hacia los nuevos motores híbridos y hacia los autos más compactos y livianos abrirá una ventana de oportunidades tácticas: la gestión de energía, la aerodinámica activa y la eficiencia podrían marcar la diferencia más que en años anteriores.